En este artículo, planteábamos la diferencia entre discutir y pelear. Partiendo de las mismas, contemplábamos una posible visión constructiva de la discusión sana, responsable y respuetuosa de los padres frente a los hijos.
Pero, decíamos, pelear es otra cosa. Aquella antigua máxima que dice “los niños aprenden lo que viven” cobra mucha significación en este caso, si los niños crecen protagonizando peleas, tienen amplias posibilidades de ser promotres de conflictos ya desde pequeños.
Aquellos padres que pelean delante de sus hijos, no están sino sembrando una semilla que echará raíces muy difíciles de combatir. Será como esas hierbas malas de jardín: vivimos limpiándolas, pero son más fuertes que otras plantas y siempre están listas a resurgir.
La violencia ataca hoy día por todas partes: comerciales, TV, la gente en la calle son canales irrefrenables de agresión y maltrato de todo tipo. Yo invito a pensar, qué nos queda, si dentro de nuestros propios hogares no sólo no somos capaces de contrarrestar todo eso, sino que promovemos más y más violencia.
Pero, decíamos, pelear es otra cosa. Aquella antigua máxima que dice “los niños aprenden lo que viven” cobra mucha significación en este caso, si los niños crecen protagonizando peleas, tienen amplias posibilidades de ser promotres de conflictos ya desde pequeños.
Aquellos padres que pelean delante de sus hijos, no están sino sembrando una semilla que echará raíces muy difíciles de combatir. Será como esas hierbas malas de jardín: vivimos limpiándolas, pero son más fuertes que otras plantas y siempre están listas a resurgir.
La violencia ataca hoy día por todas partes: comerciales, TV, la gente en la calle son canales irrefrenables de agresión y maltrato de todo tipo. Yo invito a pensar, qué nos queda, si dentro de nuestros propios hogares no sólo no somos capaces de contrarrestar todo eso, sino que promovemos más y más violencia.
0 comentarios:
Publicar un comentario