18 abr 2009

¿Qué escucha un bebé antes de nacer?

Fuente: Gabriel F. Federico
Musicoterapeuta

Previo al nacimiento, el bebé se encuentra sumergido en una atmósfera sonora que lo envuelve y estimula durante las 24 horas.
Los sonidos suaves y acompasados que conforman dicha atmósfera son: el latido del corazón de la futura mamá, el ruido de sus pulmones y la circulación de la sangre a través de la placenta.
Estos sonidos funcionan sin descanso durante todo el día, y de hecho son una referencia muy importante que se imprime en la memoria del bebé. Como estos sonidos le son familiares, es lógico que una vez nacido al estar sobre el pecho materno, escuchando nuevamente los latidos, el bebé se relaje y se calme.
También hay otros sonidos que tienen bastante presencia en el vientre, pero no están durante todo el día, como por ejemplo los ruidos musculares o los que hace el aparato digestivo cuando procesa los alimentos.
La voz de la mamá también está presente, pero no todo el tiempo. Cuando la madre habla, emite un sonido que el bebé puede escuchar con su aparato auditivo, mientras en su cuerpo repercuten las vibraciones generadas por la voz materna. La vibración del aparato fonador desciende por la columna de la madre y llega a transmitirle al bebé una sensación especial.
El sonido es vibración y llega al bebé a través de dos vías: la auditiva y la sensorial. La primera permite que todos los sonidos le lleguen al oído; y la segunda, hace que la vibración de esos sonidos genere la percepción corporal. Toda esta información llegará al cerebro y allí se procesará.Hay muchos factores que van a incidir en el registro de lo que se escucha. Por ejemplo, el volumen, el tipo de sonido, su duración o la densidad sonora. Pero el más importante de todos es el desarrollo cerebral del bebé, ya que puede escuchar muchos sonidos, pero si su cerebro todavía es inmaduro para procesar esta información, pasará a ser un estímulo sensorial más.
También existe otro elemento, denominado “la tercera vía”, que se relaciona directamente con las sensaciones que tiene la madre al escuchar cierta música o diferentes sonidos. Esta sensación opera como una especie de fijador que hará que a través del flujo sanguíneo, que alimenta al bebé por nacer, le transmita una enorme cantidad de hormonas, algunas de placer y otras no. Con el tiempo, el bebé irá asociando lo que esas sensaciones de su madre le impriman, sumado a lo que el estímulo sonoro y vibracional le genere, y allí comenzará a marcarse la huella.

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